Un día en el parque
Una vez, había un niño llamado Carlos. Carlos era pequeño y muy activo. Le gustaba jugar, correr y saltar. Pero lo que más le gustaba era ir al parque.
El parque era grande y bonito. Había árboles altos, flores lindas y muchos pájaros. Carlos siempre llevaba pelota al parque para jugar al fútbol.
Una mañana, Carlos fue al parque como siempre. Cuando llegó, vio a un niño que no conocía. El niño estaba solo y parecía triste.
Carlos se acercó y le preguntó: “¿Por qué estás triste?”
El niño miró a Carlos y dijo: “Estoy solo, no tengo con quien jugar”.
Carlos pensó por un momento y luego dijo: “Podemos jugar juntos si quieres. Yo tengo una pelota”.
El niño sonrió y asintió. “Me encantaría jugar al fútbol”, dijo.
Jugaron todo el día. Corrieron, saltaron y patearon la pelota. Se rieron y se divirtieron mucho. Carlos se sintió muy contento de tener un nuevo amigo.
Cuando el sol empezó a ponerse, Carlos dijo: “Tengo que irme a casa ahora. Pero podemos jugar de nuevo mañana si quieres”.
El niño sonrió y dijo: “Me gustaría mucho eso. ¡Nos vemos mañana, Carlos!”
Y así, Carlos hizo un nuevo amigo en el parque. Desde ese día, nunca jugó solo de nuevo. Siempre tenía a su nuevo amigo para jugar y pasar un buen rato. Y aunque a veces perdían en el fútbol, siempre se divertían.
Un día en el parque enseña que la amistad puede nacer en cualquier sitio y momento. También nos recuerda que debemos ser amables con las personas que parecen estar solas, porque a veces, solo necesitan un amigo.