Amistad en el mercado
Había una vez en una pequeña ciudad latinoamericana, un niño llamado Tomás. Tenía diez años y era un chico muy amigable y dulce. Todos los miércoles y sábados, Tomás acompañaba a su abuela Rosa al colorido y bullicioso mercado local.
Las visitas al mercado
A Tomás le encantaba ir al mercado. Le gustaba el colorido de las frutas y verduras, el olor del pan caliente y la emoción de observar a las personas negociando por los productos. Pero lo que amaba más era la amistad que tenía con la gente del mercado. Los vendedores de frutas le mostraban cómo identificar una piña dulce. El panadero, Don Alberto, le enseñaba cómo se horno el pan.
La abuela Rosa
La abuela Rosa era una señora amable y amada en el mercado. Siempre tenía una sonrisa y un saludo cariñoso para todos. Cada vez que Rosa y Tomás iban de compras, ellos siempre traían algo extra para compartir con los vecinos. “Es importante compartir”, siempre decía la abuela Rosa.
La nueva amistad de Tomás
Un día, mientras Tomás y Rosa estaban de compras, notaron a una niña que parecía perdida. La niña se llamaba Martina, y estaba asustada porque perdió a su madre en el concurrido mercado. Tomás, siendo el chico amable que era, decidió ayudar a Martina a buscar a su madre. Después de buscar un rato, finalmente encontraron a la ansiosa madre de Martina y la niña les agradeció con una gran sonrisa.
Después de este incidente, Martina y Tomás se volvieron los mejores amigos. Comenzaron a ir al mercado juntos los miércoles y sábados, y eso hizo que las visitas al mercado fueran aún más divertidas para Tomás.
Un mercado de amistad
El mercado ya no solo era un lugar para comprar frutas, verduras y pan. Era un lugar de amistad, de aprendizaje y de compartir. Tomás esperaba con entusiasmo cada visita al mercado, no solo para ver a sus amigos, sino también para hacer nuevos descubrimientos y aprender más cosas de la gente del mercado.
Mensaje final
Esta historia nos enseña que el valor de la amistad, la bondad y la empatía son universales. No importa dónde estemos, siempre hay oportunidades para hacer amigos, aprender cosas nuevas y compartir con los demás. Como Tomás y la abuela Rosa, todos podemos hacer que nuestro mundo sea un poco más brillante con nuestras acciones y amistad.